Por Ivette Consuelo Hernández A.
La frase “tiene los pies en la tierra”, para referirse a una persona que es realista, segura y con metas definidas, es un buen marco para este análisis acerca de la manera como manejamos nuestros pies al caminar, estar de pie o sentados. En nuestra vida diaria, es algo de lo que tenemos poca conciencia y, tal vez, esa insistencia popular en “poner los pies en la tierra” puede ser un consejo que, trasladado a nuestros desempeños comunicativos, tanto virtuales como presenciales, sea una regla de oro. Stanislavski resalta que “los pies han de estar adecuadamente asentados” (1986, p.50). Eugenio Barba, a su vez, afirma que “Los pies son los que deciden la forma del cuerpo y su desplazarse por el espacio” (Barba y Savarese, 1990, pg 248).
En esta materia, el director y escritor teatral Japonés Tadashi Suzuki es uno de los referentes más sólidos. Suzuki fundamenta su técnica en el uso de los pies y su contacto con la tierra. Emplea el término “gramática de los pies” y destaca la relación del cuerpo y la tierra como una unidad, a la vez resalta que esta unidad, establecida gracias a los pies, determina la presencia escénica del actor, el manejo que hace de su lenguaje y de la voz en la escena (Ortigosa, 2013 y notas personales).
Trasladamos esto a las interacciones comunicativas: hemos observado la relación directa que existe entre la seguridad y desenvoltura al hablar, que exhibe una persona, con su manera de posar los pies en el piso, tanto al estar sentado, como al estar de pie o desplazándose.
Este es el punto de partida de la expresión corporal y resulta sorprendente como es, generalmente, ignorado en el entrenamiento para el desarrollo de habilidades comunicativas. Sin embargo, en nuestra experiencia, al trabajar la pisada y el desplazamiento, logramos un manejo más resuelto del mensaje, de la voz y del cuerpo.
La práctica nos ha evidenciado la correspondencia de una pisada poco firme con un empleo inseguro del cuerpo en todo su conjunto, un discurso divagante, una voz con escasa potencia, una manera de hablar con articulación inexacta y una menor expresividad vocal y corporal.
Nuestras recomendaciones al respecto son:
En entornos virtuales
Aunque los pies no se ven, determinan en gran medida el manejo de la postura, la comodidad tanto de su cuerpo, como de su voz y la fluidez de sus movimientos, por tanto, la percepción que tienen de usted, quienes están conectados y lo observan a través de la cámara de su computador.
- Colocación de los pies y piernas: apoye toda la planta de los pies en el piso, sin presión, pues el peso del cuerpo reposará ante todo en los isquiones (los huesos que hay debajo de cada nalga), rodillas en ángulo recto, piernas tan abiertas como la cadera, rodillas en ángulo recto o ligeramente más amplio. Evite colocar los pies debajo de la silla, pues se afectará su postura, generará dolor en espalda y su imagen se proyectará sumisa (si se derrumba) o aprehensiva (si se tensiona).
- Caderas ensanchadas: a partir de la posición anteriormente descrita, verifique que sus caderas estén libres de tensión (la sensación es que estas se expanden como cuando una mariposa extiende las alas). Para conseguirlo, puede contraer fuertemente las nalgas y el estómago por unos segundos y suelte completamente, comprobará como se ensanchan sus caderas y sentirá gran bienestar.
- Equilibrio postural: seguir los dos pasos anteriores, va a facilitar el equilibrio postural. En otras palabras, hará posible que no se encorve ni que se siente con tal tensión que se aumente la curvatura lumbar (zona de la cintura), y esto permitirá que sus hombros, su espalda alta y su cuello estén alineados y sueltos, lo cual facilitará los movimientos de sus brazos y manos, su voz ganará comodidad y proyectará mayor autoridad y manejo de la situación comunicativa.
En entornos presenciales
- Estabilidad en la pisada: plante con firmeza los pies en el piso, sintiendo el contacto desde los talones hasta la punta de los dedos. Al caminar, perciba con claridad este contacto, permita que el movimiento inicie desde la cadera y realice desplazamientos que sean estratégicos y no parásitos[1]. Ejemplos de desplazamientos parásitos son: el reacomodar el peso del cuerpo reiterativamente de un pie a otro y la realización de movimientos predecibles, de adelante a atrás o de lado a lado, como los que se harían en un baile de pasos cortos.
Cuando no se plantan con firmeza los pies en el piso se afecta la estabilidad de la pisada.
- Base de sustentación amplia: al estar de pie, procure que sus pies tengan una apertura similar o ligeramente más amplia que el ancho de sus caderas. Para lograr una composición más armónica, es favorable colocar un pie adelante del otro, manteniendo entre los talones la apertura descrita. Al estar sentado, ya sea con las piernas cruzadas o no, procure que sus piernas estén en un ángulo recto o ligeramente más amplio. Esto le aportará estabilidad, seguridad y aumentará su status y presencia ante la audiencia e interlocutor.
[1] Los movimientos y desplazamientos, en cuanto a su ejecución, tienen dos maneras de presentarse: parásitos, es decir sin relación con el discurso, de tal manera que debilitan el desempeño del orador y estratégicos, que son aquellos que guardan relación con el mensaje y lo resaltan.
Observe la comodidad, estabilidad de la postura y proyección de seguridad que logran estos líderes políticos con una base de sustentación amplia.
Resulta evidente el contraste entre estas dos panelistas: la que está a la izquierda proyecta mayor comodidad y seguridad que la de la derecha, por la manera como colocan las piernas y los pies.
BIBLIOGRAFÍA
- Barba, E. y Savarese, N. (1990). El arte secreto del actor. Diccionario de Antropología Teatral. (Yalma-Hail Porras y Bruno Bert, trad.). México, D.F., México: Librería y editora Pórtico de la Ciudad de México. (Obra original publicada en 1990).
- Hernández Avendaño, I.C. & Díaz Ochoa, R.F. (2018). La puesta en escena de sus mensajes, Palabras, voz y cuerpo. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.
- Stanislavski, K. (1986). La construcción del personaje. (Evaristo García, trad.). La Habana, Cuba: Editorial Arte y Literatura. (Obra original publicada en 1937)