Conciencia de tu cuerpo: El punto de partida para tu comunicación auténtica
“Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido — llámase sí—mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.”
FRIEDRICH NIETZSCHE
En nuestros desafíos comunicativos, y en general, en nuestras interacciones cotidianas, olvidamos dos aspectos: que el cuerpo habla y hablar con el cuerpo. Por ello, al preparar nuestras intervenciones, nos centramos en la mente, en pensar, seleccionar y organizar las ideas y en cómo transmitirlas mediante palabras. Pero dejamos de lado que tanto la voz como el cuerpo, también protagonizan la comunicación, y a veces se tornan en los protagonistas más relevantes. De hecho, cada vez más, las neurociencias evidencian que el cuerpo es el mayor aliado de la mente, y que nos puede guiar de manera sabia, no obstante, tendemos a ignorar los susurros del cuerpo hasta que da un grito de alarma, mediante una molestia o una alteración.
En el libro “Técnicas para hablar en público. Utilizando las estrategias de los actores”, los autores Deb Gottesman y Buzz Mauro, emplean el término “comunicación física”, señalan que, para destacarnos ante un público, hemos de comenzar por examinar nuestros hábitos de comunicación física para determinar cuáles operan a nuestro favor y cuáles en nuestra contra. En este sentido, describen que “muchos oradores se sienten comodísimos de cuello para arriba; el problema está en el resto del cuerpo: unas piernas que se balancean indiscriminadamente, unas caderas que oscilan de forma inapropiada y unas manos con vida propia”. (p.148-149)
Para que nuestro cuerpo conquiste movimientos libres, naturales y seguros, que se traduzcan en desempeños comunicativos auténticos y, por tanto, altamente efectivos y disfrutables, es indispensable que entrenemos y desarrollemos una conciencia corporal más afinada.
Definida de manera muy sencilla la conciencia corporal consiste en escuchar nuestro cuerpo, y aunque esto se empieza a desarrollar desde nuestras primeras horas de vida, la educación occidental, va dejando de lado el cuerpo y las emociones, ya que se arraiga predominante en la razón y demás actividades mentales como el pensamiento, la argumentación y la expresión de estos mediante las palabras, conduciéndonos a una especie de adormecimiento, en cuanto a la percepción de nuestro cuerpo.
En DCA ESPECIALISTAS, proponemos como uno de los puntos de partida para la autenticidad al comunicarnos, el desarrollo de tres consciencias en relación con el cuerpo:
- Consciencia de equilibrio del tono muscular
- Conciencia de fluidez en los movimientos
- Conciencia de expansión del cuerpo
- Consciencia de equilibrio del tono muscular
Gerda Alexander (1979) define el tono muscular como “la actividad de un músculo en reposo aparente” (p.25-26). Otra sencilla definición es la que ofrece el blog de neuropediatría “Neuronas en crecimiento”: “es la energía potencial de un músculo”. Y complementa esta definición enfatizando que “incluso cuando están relajados los músculos presentan una ligera contracción que limita su elasticidad y ofrece cierta resistencia al movimiento” (Mas, 2016).
El tono muscular actúa como un regulador de nuestros movimientos voluntarios y condiciona nuestra postura. El manejo del tono muscular tiene estrecha relación con la manera como reaccionamos y respondemos en cada situación e interacción diaria. De ahí la importancia de tener consciencia del estado en el que frecuentemente lo manejamos, para así optimizar nuestro desempeño en cada actividad. En el caso que nos ocupa, permitirá un manejo del cuerpo, y por extensión de la voz, armónico, eficiente y equilibrado, el cual también, como ya hemos mencionado, redundará positivamente en nuestro mensaje verbal y en la calidad de las distintas interacciones comunicativas, conduciendo a diálogos más persuasivos.
El tono muscular aumenta o disminuye debido a:
- El estado de actividad o de reposo: aumenta cuando estamos en actividad y disminuye en reposo.
- Los estados y cambios emocionales: por ejemplo, aumenta en estados de alegría o de ansiedad y disminuye cuando estamos agotados físicamente o cuando estamos deprimidos.
- La conducta de los demás: en especial si una persona tiene un cargo que le permite ejercer autoridad o influencia sobre los otros. La persona exaltada y tensa suele incrementar el tono muscular de quienes están a su alrededor, por el contrario, la persona serena puede ejercer una influencia de equilibro en el tono muscular de quienes entran en relación con ella (Alexander, 1979, p.25-26).
Tal como han demostrado diversos autores, entre ellos Edmund Jacobson y Jaques Dalcroze, para lograr un manejo más equilibrado del tono resulta útil dirigir la atención sobre determinadas partes del cuerpo e identificar en ellas los estados de tensión o relajación. La ejercitación frecuente, en este sentido, nos permitirá disolver contracturas que se han fijado en determinados grupos musculares; identificar tanto las tensiones innecesarias como el manejo insuficiente del tono en zonas específicas del cuerpo, en especial al adoptar ciertas posturas; y lograr un balance más apropiado entre los músculos que han de estar más activos y los que no participan de manera directa en una postura, movimiento o actividad.
Existen diferentes técnicas, ejercicios y metodologías para lograr un equilibrio de las distintas tensiones que nuestro cuerpo maneja. Exponemos a continuación un ejercicio sencillo para diferenciar los estados de tensión y relajación en algunos grupos musculares, directamente relacionados con nuestro desempeño comunicativo. Aclaramos que se trata de una manera breve y práctica para aumentar la conciencia del tono en dichos grupos musculares, y que no reemplaza, de manera alguna, métodos estructurados en función del logro de movimientos sanos, libres, equilibrados y armónicos.
Ejercicio para aumentar la conciencia del tono muscular en manos, brazos, hombros, cuello y rostro Colóquese de pie con las piernas separadas a una distancia un poco mayor al ancho de sus caderas; los brazos, a los lados del cuerpo; la columna y la cabeza, alargadas con la sensación de que la cabeza es un globo de helio que flota libremente sobre la columna: la cuerda del globo es la columna. Revise principalmente que la zona lumbar y la zona cervical estén sueltas y alargadas.
- Empuñe fuertemente las manos.
- Ahora, contraiga los brazos, estirados y pegados al tronco.
- Suba los hombros y contráigalos.
- Retraiga el mentón hacia el cuello.
- Cierre y apriete fuertemente la mandíbula, los labios y los ojos.
- Sostenga la contracción de estas partes del cuerpo durante 21 a 25 segundos.
- Transcurrido esos segundos, exhale con mandíbula floja y el sonido “ahhh” como si estuviese empañando un vidrio, al mismo tiempo, suelte el cuerpo aflojando de manera simultánea e instantánea rostro, manos y rodillas, descolgando hacia adelante cintura, espalda alta, cuello, brazos y cabeza, sin ofrecer resistencia. Vigile que sus rodillas estén levemente dobladas, su rostro y sus manos sueltos y su cabeza colgando libremente, es decir, con la coronilla apuntando al piso, evitando contraer la nuca. Sostenga esta posición durante 30 segundos aproximadamente. Puede balancearse suavemente de lado a lado.
- Ahora, levántese despacio como desenrollándose, inicie por las rodillas, siga con la cintura, la espalda alta, el cuello y por último con la cabeza, hasta que los ojos queden de mirando al horizonte. Los brazos, las manos, el cuello y el rostro han de estar libres de contracciones. Haga este movimiento de manera sucesiva sin fraccionarlo.
- Consciencia de expansión del cuerpo
La psicóloga Amy Cuddy describe que las personas que se sienten poderosas son expansivas, exhiben una postura erguida y abierta, su cuerpo y su cabeza se dirigen hacia los interlocutores o audiencia, sus pasos son más largos, sus gestos son más amplios, muestran un contacto visual más frecuente y prolongado y su voz es más potente. Por el contrario, cuando una persona se siente sin poder, literalmente encoge su cuerpo, ocupa menos espacio, contrae o derrumba su postura, es menos expresiva, y reprime tanto sus gestos y movimientos, como su forma de andar e incluso su voz y sus palabras (titubea o se precipita) (pp. 170-183, 2016).
En ese mismo sentido, el director e investigador de teatro, Keith Johnstone revela cómo al ser invadidos por el temor y la desconfianza en nuestro desempeño, el espacio en el que nos movemos parece reducirse y aprisionarnos: “Durante el pánico de escena, el espacio se contrae convirtiéndose en un angosto túnel donde escasamente se puede caminar sin tropezarse con las cosas. En casos extremos de pánico en escena, el espacio es como una piel de plástico que presiona el cuerpo dejándolo rígido y atado” (Johnstone, 2003, pp.48-49).
Todos, en mayor o menor medida, hemos experimentado como, al enfrentar demandas comunicativas exigentes, nuestro cuerpo parece no reaccionar, se acartona y realiza movimientos incongruentes y divorciados de lo que realmente queremos transmitir, de nuestras intenciones y de nuestro comportamiento natural. Adicionalmente, no logramos colonizar el espacio en el cual nos desenvolvemos, por el contrario, el espacio parece devorarnos y nos contrae aún más, en consecuencia, literalmente nuestros movimientos y acciones se reducen o se distorsionan.
En nuestra práctica, como docentes y especialistas en comunicación oral, hemos observado que esto se traduce en rigidez o abandono postural; en pies que no se plantan ni se desplazan con firmeza en el piso; en gestos inhibidos, limitados, incompletos o erráticos; en rostros inexpresivos o rictus faciales sin conexión con el mensaje; en miradas introvertidas o divagantes; y en bloqueos de la laringe y disminución de la movilidad y flexibilidad de labios y mandíbula, lo cual se convierte en lo que podríamos llamar un “auto-encarcelamiento” de nuestra voz, ideas y pensamientos desde nuestro cuerpo, menguando con ello nuestras posibilidades de destacarnos e ir más allá de lo corriente.
Enfocándonos en la interacción que se da entre los canales vocal (la voz), visual (la expresión corporal) y verbal (las palabras), y basándonos en nuestra experiencia, podemos afirmar que, al trabajar desde el cuerpo, se recorre una ruta más directa para lograr una mayor fluidez discursiva y una voz más libre y contundente. Aunque no es una regla fija, sí hemos observado que abordar el entrenamiento en comunicación desde el cuerpo, facilita la expresión de los otros dos canales y constituye, con frecuencia, la vía más corta y orgánica para desenvolvernos sobresalientemente en escenarios exigentes.
Por ello, recomendamos la siguiente secuencia de ejercicio, como una herramienta para expandir, a partir del cuerpo, nuestras ideas, voz, pensamientos e interacciones.
FUENTE IMÁGENES 1 y 3 https://estiramientos.es/index.php?filt=brazos
- De pie, con las piernas a lo ancho de los hombros, entrelace los dedos de las manos, gire las palmas hacia afuera y lleve los brazos hacia arriba, paralelos a las orejas, estirándolos al máximo posible. Sostenga 21 a 25 segundos.
- A continuación, baje los brazos bien estirados a la altura de los hombros buscando expandir el tronco, todo lo que pueda. Sostenga 21 a 25 segundos.
- Finalmente, lleve los brazos por detrás de la espalda, entrelace los dedos de las manos con palmas hacia abajo, hunda los omóplatos, lleve los hombros atrás y procure elevar los brazos hacia arriba, manteniendo la postura erguida. Es conveniente flexionar ligeramente las rodillas para evitar lastimar la zona lumbar. Sostenga 21 a 25 segundos, suelte y relájese.
- Consciencia de fluidez de los movimientos
La conquista de la fluidez en nuestros movimientos tiene como punto de partida los pasos anteriores: el manejo de un tono muscular mejor equilibrado y el de un cuerpo que logre mayor expansión, de esta manera podemos disminuir la limitación que producen los bloqueos y contracturas musculares, así como, identificar con mayor claridad los automatismos que interfieren con la expresividad de nuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo ha sido censurado de muchas maneras y como resultado ha perdido sensibilidad, flexibilidad y espontaneidad. Con frecuencia no nos sentimos a gusto con nuestro cuerpo ni en nuestro cuerpo, desconocemos las numerosas formas en que podríamos expresarnos orgánicamente a través de él y también ignoramos los movimientos incongruentes, reiterativos y automáticos que deslucen e interfieren con nuestra acción comunicativa.
Stanislavsky asocia la fluidez con la plasticidad del movimiento y, en función de ello, describe una “línea ininterrumpida de movimiento”: movimientos que se van fusionando entre sí, hasta llegar a ser constantes y sin bloqueos que los interrumpan, en una suave continuidad y una ligereza. Lo expresa de manera clara con estas palabras: “Puedo sentir esa línea interna ininterrumpida y me doy cuenta con toda claridad de que sin ella no puede haber belleza de movimiento. Ahora desprecio todo lo que me queda de movimientos inacabados, incompletos, como podados” (1986, p.80).
Insiste en que, en la base de la plasticidad del movimiento, hay que establecer un flujo interno de energía. A esta sensación interna de una energía que atraviesa el cuerpo la llama sentido del movimiento. Destaca que la música ayuda a suavizar los movimientos (pp. 56-80).
Gabrielle Roth y Loudon exponen que: “muchos de nosotros no estamos cómodos en nuestros cuerpos ni vivimos plenamente presentes, en forma vibrante, nuestra corporalidad. (…) Vivimos fuera de nosotros mismos, en nuestra cabeza, en nuestros recuerdos, en nuestros anhelos, como terratenientes ausentes de nuestras propiedades” (2010, Pg 41).
Esta incomodidad, falta de consciencia y desconexión de nuestra corporeidad se hace evidente cuando las interacciones nos exigen estar presentes y destacarnos; nuestro cuerpo no logra ser el aliado de nuestros propósitos comunicativos y en la medida en que nos relacionamos y expresamos a través de él, esta incapacidad para manejarlo de manera fluida, fractura literalmente nuestro desempeño. Esta contención desde nuestro cuerpo se traduce en una amplia gama de movimientos disociados de lo que decimos: gestos y desplazamientos incompletos, desdibujados, limitados, atropellados, excesivos, reiterativos y parásitos (sin relación con lo que decimos: tales como sobarse las manos, rascarse, jugar con el cabello, morderse los labios, entre otros).
Adicionalmente, la voz al no contar con el cuerpo como instrumento para proyectarse, se afecta en su comodidad, en su potencia y en su expresividad, y a la vez afecta la fluidez verbal, debido a la unidad cuerpo-mente, como ya expusimos. A ello podemos sumar lo que la psicología y otras disciplinas como la medicina alternativa, han venido demostrando en cuanto a la relación entre falta de fluidez en la expresión del cuerpo y las dificultades para la expresión del afecto; por todo lo anterior podemos deducir que la limitación en cuanto a la fluidez en los movimientos del cuerpo, afecta la totalidad de nuestras posibilidades de interacción.
Existen muchas maneras de estimular en nuestros cuerpos movimientos armónicos, continuos y elásticos, tales como practicar deportes, Yoga, Taichi o clases en las que el cuerpo se exprese a través de diferentes ritmos.
En ese sentido, lo invitamos a que se conceda espacios en los que pueda moverse al ritmo de melodías que le atraigan, no buscando bailar “correctamente” o del modo que otros han señalado que se “debe” hacer, sino de forma tal que sea usted quien explore las rutas personales que le permitan disfrutar y fluir a través de su cuerpo de manera liberadora y vital.
BIBLIOGRAFÍA
- Alexander, G. (1979). La eutonía. Un camino hacia la experiencia total del cuerpo. (Leonor Spilzinger, trad.). Buenos Aires, Argentina: Paidós.
- Cuddy, A. (2016). El poder de la presencia. (Nuria Martí, trad.). Barcelona, España: Ediciones Urano S.A.U. (Obra original publicada en 2015).
- Gottesman, D. y Mauro, B. (2002). Técnicas para hablar en público. Utilizando las estrategias de los actores. Barcelona, España: Ediciones Urano.
- Johnstone, K. (2003). Improvisación y el teatro. (Elena Olivos y Francisco Huneeus, trad.) Santiago de Chile, Chile: Editorial Cuatro vientos. (Obra original publicada en 1979).
- Mas, M. (2016). El tono muscular y el movimiento. [Mensaje en un blog]. Disponible en: https://neuropediatra.org/2016/11/07/que-es-el-tono-muscular-hipotonia-e-hipertonia/
- Roth, G. y Loudon, J. (2010). Mapas para el éxtasis. Enseñanzas de una chamán urbana. La curación por el movimiento. Disponible en: http://datelobueno.com/wp-content/uploads/2014/05/Mapas-para-el-extasis.pdf consultado en: noviembre, 14 de 2017.
- Stanislavski, K. (1986). La construcción del personaje. (Evaristo García, trad.). La Habana, Cuba: Editorial Arte y Literatura. (Obra original publicada en 1937).