Una manera práctica de lograr la asertividad mediante el manejo de los juegos de estatus y poder
Y tú…¿cómo juegas?: agresivo, pasivo o asertivo
¿Cuántas veces vivimos circunstancias en la cuales lo que decimos genera confrontaciones o reacciones que no esperábamos? En otras situaciones, podemos ser impositivos y aplastantes al expresar nuestros puntos de vista, o por el contrario, nos sentimos incapaces de fijar nuestras posiciones por temor a generar rechazo, confrontaciones o represalias.
Estos escenarios son reveladores de la trascendencia que reviste el manejar asertivamente la comunicación oral. Y es que dicha comunicación, que está presente en todas las instancias de nuestra vida, puede representar un puente o una barrera en nuestras relaciones laborales y personales, y, en muchas ocasiones es la clave que determina la opinión, la imagen y las expectativas que los demás se forman de nosotros, por ende, el trato que nos brindan y la calidad de nuestras interacciones.
Al relacionarnos exhibimos diferentes estilos de comunicación, de acuerdo con la situación y las personas presentes, no obstante, cada uno de nosotros, tiende a usar predominantemente uno de ellos. Dichos estilos son:
- Agresivo: asume una posición de dominio, solo tiene en cuenta sus derechos y atropella a los otros.
- Pasivo: asume posición de sumisión, ignora sus propios derechos, se deja aplastar por los otros.
- Asertivo: no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, manifiesta apropiadamente sus derechos y actúa de acuerdo con sus convicciones y valores.
En el blog Psicoglobal encontramos una clara definición acerca de la asertividad: “es una habilidad social que nos permite expresar nuestros derechos, opiniones, ideas, necesidades y sentimientos de forma consciente, clara, honesta y sincera sin herir o perjudicar a los demás”.
Los estilos de comunicación expuestos, tienen directa correspondencia con la descripción de los juegos de estatus y poder, expuestos desde finales de los años 70, por Keith Johnstone, dramaturgo, director y pionero del teatro de improvisación.
Todas las especies, tanto mamíferos, como reptiles, aves e insectos, somos territoriales y establecemos grados de jerarquías y juegos de poder, a partir de lo que hacemos y de nuestros comportamientos en las diversas situaciones. A esto Johnstone lo denomina estatus.
En su libro Impro, demuestra que cada inflexión de la voz, palabra y movimiento implica un estatus, que ninguna acción es casual y que mediante dichas acciones realizamos continuamente ajustes y adaptaciones, –transacciones de estatus-, de acuerdo con lo que la situación y las interacciones nos planteen, creando un balancín: “Tú subes y yo bajo”.
El balancín de status: “Tú subes y yo bajo”.
Los medios de comunicación cada vez resaltan más las situaciones que reflejan el principio del balancín y los enfrentamientos de estatus, en encuentros sostenidos por líderes mundiales y figuras públicas, tales como los realizados entre los presidentes Emmanuel Macron, Donald Trump, Barack Obama, miembros de la realeza y estrellas de Hollywood.
En las siguientes imágenes se observan los juegos de estatus establecidos entre el expresidente Trump y el presidente español Pedro Sánchez, en contraste con los juegos de estatus entre el expresidente norteamericano y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
IMAGEN 1 https://www.eleconomista.es/politica/ noticias/9966414/06/19
IMAGEN 2 https://www.theguardian.com/us-news/2018/jun/10/
El bajo estatus que proyecta Pedro Sánchez lleva a que el balancín suba mucho desde el lado de Trump, mientras que, ante la expansión del cuerpo y la mirada de Trudeau, el estatus de Trump desciende, lo cual se evidencia en la expresión de su rostro y la contracción de su cuerpo.
Johnstone explica que permanentemente establecemos transacciones de estatus tanto con objetos como con personas, aquí destacamos que también lo hacemos con los animales, lo cual quedó en evidencia en la imagen registrada durante una rueda de prensa de 2007, cuando Vladimir Puttin permitió a su perro labrador acercarse a la canciller alemana Angela Merkel, quien se proyectó intimidada y con poco dominio de la situación.
https://cnnespanol.cnn.com/2016/01/12/
Es también la razón de la popularidad de programas de televisión, en las que expertos en conducta y adiestramiento de animales les enseñan a los dueños de mascotas a establecer un estatus más favorable para la convivencia, ayudándolos a demarcar acciones y territorios que les permitan a estas personas, recuperar autoridad frente a sus animales. Las transacciones de estatus las realizamos moviéndonos entre estos estos tres niveles:
- El jugador de estatus alto: ejerce su dominio ocupando espacio y se impone mediante manifestaciones verbales y no verbales que, en la mayoría de los casos, lo tornan atropellador y agresivo. El subtexto que comunica esta persona, lo expresa Johnstone con la siguiente afirmación: “una persona que desempeña un estatus alto, está diciendo: “No se me acerquen, muerdo”.
Jugadores de estatus alto
- El jugador de estatus bajo: se proyecta sumiso e inhibido, como si fuese un intruso en el espacio, el cual ocupa mínimamente, tanto con su cuerpo como con sus palabras y voz. Puede pasar desapercibido o llamar la atención justamente porque sus comportamientos contenidos se tornan incongruentes y erráticos, generando situaciones lamentables y hasta cómicas para el observador que no lo está padeciendo. El subtexto en este caso es: “No me muerdan, no vale la pena”.
Jugadores de estatus bajo
El experto en estatus: se observa erguido pero relajado, con una actitud de apertura y confianza. Ajusta su estatus hacia arriba o hacia abajo de manera pertinente y suficiente, manejándose con destreza en los diferentes contextos y estableciendo relaciones empáticas con facilidad. No se impone, se destaca; no devora el territorio de los otros, pero tampoco se deja devorar el propio. Realiza negociaciones tácitas y manifiestas del estatus y de esta manera genera un balancín cómodo y flexible para él y para sus interlocutores. De ello se deduce que tiene la habilidad para interpretar los subtextos (los mensajes implícitos, los motivos subyacentes, las intencionalidades) de los otros y transmitir los que personalmente resultan más favorables en cada interacción.
Expertos en status
Por su parte, Amy Cuddy describe dos clases de poder: el poder social y el poder personal. “El poder social es el poder sobre lo ajeno: la capacidad de controlar el estado exterior y la conducta de los demás. El poder personal es el poder sobre uno mismo: la capacidad de controlar nuestro estado interior y conducta”.
Tanto Johnstone como Cuddy ponen en evidencia que el poder al cual se pertenece, o poder social, no necesariamente llega a ser el dominante en todas las situaciones. El poder que se desempeña, o poder personal, ofrece mayores herramientas a la hora de manejar hábilmente el balancín de estatus y proyectar seguridad y desenvoltura en las diversas situaciones.
- El jugador de estatus alto corresponde al estilo de comunicación agresivo.
- El jugador de estatus bajo corresponde al estilo de comunicación
- El jugador experto en estatus corresponde al estilo de comunicación
Para fortalecer nuestro poder personal y desempeñarnos cada vez más asertivamente en el manejo del balancín de estatus, hay tres pasos recomendables:
- Aprovechar los momentos en que no tenemos una exigencia comunicativa; por ejemplo, cuando estamos en una reunión en la cual solo somos asistentes, en las aulas de clase, en los supermercados, cuando estamos solos en un aeropuerto, en un restaurante, en el escenario cotidiano; para observar los juegos de balancín que realizan las personas entre sí y con los objetos del lugar en que se encuentran: Quiénes son jugadores de estatus alto, quiénes juegan bajo, si hay personas que equilibran el balancín y fluyen en la interacción o si, por el contrario, se observa un desequilibrio tal que uno de ellos es apabullado por el otro, si se crean enfrentamientos de estatus, cómo se realizan las transacciones de estatus cuando se modifican las circunstancias y las reacciones de las personas involucradas, entre otros aspectos.
- Observar de qué manera establecemos el balancín de estatus nosotros mismos, en qué nivel de estatus nos desempeñamos usualmente, con qué grado de flexibilidad o dificultad reacomodamos nuestro balancín de estatus según la comodidad o incomodidad que nos representan los cambios a nuestro alrededor, si nos sentimos observados o evaluados, el agrado o desagrado que nos produce la persona, animal o espacio en donde nos encontramos, las manifestaciones verbales y no verbales que exhiben las personas con las que interactuamos. En términos generales, se trata de evaluar el estatus que desempeñamos en función del contexto que se nos plantea y los subtextos que nos mueven y que recibimos de los otros.
- En relaciones en las cuales sentimos malestar, ya sea porque la otra persona nos “aplasta” con un estatus muy alto o porque, sin proponérnoslo, somos nosotros quienes la cohibimos, no nos empeñemos en intervenir en el lado del balancín del otro, sino revisemos de qué manera estamos jugando de nuestro lado y desde allí busquemos el equilibrio, de esta manera estaremos conquistando la asertividad.
Ivette Consuelo Hernández
Bogotá, 8 Abril 2024
Para ampliar esta información puede consultar:
- Cuddy, A. (2016). El poder de la presencia. (Nuria Martí, trad.). Barcelona, España: Ediciones Urano S.A.U. (Obra original publicada en 2015).
- Johnstone, K. (2003). Improvisación y el teatro. (Elena Olivos y Francisco Huneeus, trad.) Santiago de Chile, Chile: Editorial Cuatro vientos. (Obra original publicada en 1979).
- Hernández Avendaño, I.C. & Díaz Ochoa, R.F. (2018). La puesta en escena de sus mensajes, Palabras, voz y cuerpo. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.
- La asertividad y su desarrollo. [Mensaje en un blog]. Disponible en: https://www.psicoglobal.com/habilidades-sociales/asertividad